Zurich, Suiza.- Roger Federer, que ya anunció su intención de retirarse en la Copa Laver este mes, es el punto de referencia con el que se mide a todos los campeones de tenis, pasados o presentes, y un verdadero embajador mundial que trascendió el deporte.
En una carrera de logros asombrosos, el suizo no solo fue emocionante de ver por la eficiencia y la belleza de su ejecución, sino que en el apogeo de sus poderes en su búsqueda de récords históricos, Federer jugó con gran precisión. Su propio juego no solo evolucionó en 25 temporadas como profesional, sino que también obligó a sus rivales, muchos de los cuales tenían un cartel de Federer en las paredes de sus habitaciones, a mejorar también.
La longevidad de Federer se centró en el hecho de que no solo podía jugar magníficamente en todas las superficies, sino que combinaba una gran forma física con estrategia y anticipación. Los fanáticos del tenis reflexionarán hoy sobre su legado y períodos de dominio, en particular su récord de 237 semanas consecutivas en el No. 1 en el Ranking ATP de Pepperstone del 2 de febrero de 2004 al 17 de agosto de 2008 y cómo también alcanzó un récord de 23 semifinales consecutivas de Grand Slam. desde Wimbledon 2004 hasta las semifinales de Roland Garros 2010 (ganando 20 de ellas).
Pero también estaba su dedicación, compromiso y deseo no solo de mantenerse por delante de sus compañeros profesionales, sino de evolucionar en todos los aspectos de su juego. A lo largo de su ilustre carrera, Federer trajo entrenadores especialistas, como Tony Roche, Paul Annacone, Stefan Edberg e Ivan Ljubicic, para unirse a su equipo establecido y confiable. Federer pasó a desarrollar su estrategia de servicio, la forma en que volea y cómo mejoró su revés con una sola mano para combatir a sus mayores rivales, en particular Rafael Nadal y Novak Djokovic.
Federer lideró una época dorada para el tenis profesional masculino. Cada partido contra Nadal (16-24) o Djokovic (23-27) popularizó y atrajo a nuevos fanáticos al deporte para encuentros imperdibles y varios encuentros inolvidables en los escenarios más grandiosos del deporte. Sin embargo, fue el hambre implacable de Federer, frente a la competencia de todos los tiempos, lo que permaneció intacto y lo ayudó a levantar memorablemente 10 trofeos en su tierra natal en Basilea y el césped de Halle, y ocho en The Championships, Wimbledon. Su ejemplo se convirtió en el sello distintivo del profesionalismo moderno.