El Big Three anda renqueante. Unos más que otros. Novak Djokovic, el número uno, sigue siendo quien mejor perspectiva divisa, porque la vida se ve de otra manera cuando has ganado los tres Grand Slams disputados este año, aunque luego hayas patinado en el proyecto del Golden Slam con un desquiciado cierre en los Juegos de Tokio. El serbio se recupera hoy del agotamiento físico y mental de la temporada con la diana puesta en el US Open. A ver cómo llega. Peor, bastante peor, lo tiene Rafa Nadal, que sólo ha podido disputar dos partidos en su reaparición veraniega y que ha tenido que renunciar a los dos Masters 1.000 de agosto por culpa de una lesión en un pie, lo que empuja a pensar que también peligra su presencia en Nueva York o que, en el supuesto optimista, aterrizará con dudas y sin rodaje.
Y luego está Roger Federer, un caso aparte. El genio suizo, que el 8 de agosto sopló 40 velas, anunció el domingo que volverá a pasar por el quirófano para operarse de su rodilla derecha, lo que le tendrá “muchas semanas con muletas” y “varios meses fuera de competición”. Su retorno en 2021, después de más de un año de baja por otras dos intervenciones quirúrgicas, ha sido bastante aciago. Sólo ha podido disputar 13 partidos, con un balance de nueve victorias y cuatro derrotas, y un mejor resultado de cuartos de final en Wimbledon, el torneo donde volcó toda su apuesta. Federer sabe que una nueva operación y un nuevo regreso son cada vez más complicados a su avanzada edad, y así mismo lo reconoció en el comunicado audiovisual que lanzó con la noticia: “Soy realista”. Pero Roger, que lo ha sido todo en el tenis, quiere darse otra oportunidad para no marcharse con una sensación agria. Su ejemplo recuerda mucho al de Pau Gasol, que no cejó hasta que pudo volver a las canchas. “Quiero darme un rayo de esperanza”, dice Federer, en el anticipo de su largo adiós.