Argentina-Un hombre y su silla de ruedas recorren cada 15 días el césped del Ranelagh Golf Club, predio que lo vio crecer, triunfar y fracasar dentro del golf hasta 2008, cuando un accidente automovilístico lo dejó paralítico. Mariano cree que, en cierto modo, nació de nuevo.
“El golf no era mi deporte de cabecera, pero jugaba seguido y con el tiempo fue cada vez más serio. Empecé profesionalmente en el club desde los 18. Y a los 29 tuve el accidente”, dice Mariano Tubio que tiene 40 años y es de Berazategui.
El club de golf que hizo grande a Roberto de Vicenzo, también fue suyo desde la infancia. Con nueve años, mientras sus amigos corrían atrás de la pelota de fútbol, Mariano y su papá decidieron acercarse al club del barrio y aventurarse en un deporte que les dejaría horas de felicidad.
Algunas “vidas” después y esfuerzo mediante, Mariano se consagró campeón del último US Open en su modalidad adaptada metiéndose definitivamente en la elite de su deporte.
“Cuando me accidenté sufrí una lesión en el hombro y no se me pasaba por la cabeza poder jugar otra vez. Pero tres años después me operé y recuperé la movilidad en esa parte del cuerpo. Empecé a ver las posibilidades de volver al golf. Mis amigos me ayudaron a comprar la Paragolfer, que es una silla especial que me permite ir a cualquier parte de la cancha, pararme y pegarle a la pelota”, cuenta Tubio que en paralelo a la actividad deportiva fundó, junto a su socio, una empresa basada en su experiencia personal que busca facilitar la movilidad de personas en su misma condición.
Un hombre y su silla de ruedas recorren cada 15 días el césped del Ranelagh Golf Club, predio que lo vio crecer, triunfar y fracasar dentro del golf hasta 2008, cuando un accidente automovilístico lo dejó paralítico. Mariano cree que, en cierto modo, nació de nuevo.
“El golf no era mi deporte de cabecera, pero jugaba seguido y con el tiempo fue cada vez más serio. Empecé profesionalmente en el club desde los 18. Y a los 29 tuve el accidente”, dice Mariano Tubio que tiene 40 años y es de Berazategui.
El club de golf que hizo grande a Roberto de Vicenzo, también fue suyo desde la infancia. Con nueve años, mientras sus amigos corrían atrás de la pelota de fútbol, Mariano y su papá decidieron acercarse al club del barrio y aventurarse en un deporte que les dejaría horas de felicidad.
Algunas “vidas” después y esfuerzo mediante, Mariano se consagró campeón del último US Open en su modalidad adaptada metiéndose definitivamente en la elite de su deporte.
“Cuando me accidenté sufrí una lesión en el hombro y no se me pasaba por la cabeza poder jugar otra vez. Pero tres años después me operé y recuperé la movilidad en esa parte del cuerpo. Empecé a ver las posibilidades de volver al golf. Mis amigos me ayudaron a comprar la Paragolfer, que es una silla especial que me permite ir a cualquier parte de la cancha, pararme y pegarle a la pelota”, cuenta Tubio que en paralelo a la actividad deportiva fundó, junto a su socio, una empresa basada en su experiencia personal que busca facilitar la movilidad de personas en su misma condición.