Santiago, Chile.- Sebastián Báez se convirtió en el nuevo número 1 argentino tras una exitosa gira de tenis en Sudamérica. A pesar de sus limitaciones físicas, logró mantenerse en los cuartos de final y sumar dos títulos, alcanzando el top 20 por primera vez. En la final del torneo chileno, su conexión con su entrenador y la mejora en su servicio fueron claves para su victoria. Ahora, enfrenta desafíos más exigentes en los próximos torneos.
Fueron cuatro semanas a pleno en Sudamérica, donde la gira de polvo de ladrillo arrojó dos claros ganadores: el tenis argentino en general y Sebastián Báez en lo particular. En el primero de los casos, porque en cuatro torneos hubo tres títulos y una final para nuestros compatriotas. Y en el segundo, porque quien desde hoy es el nuevo número 1 argentino se transformó claramente en el gran protagonista de esta serie compuesta por un ATP 500 (Río de Janeiro) y tres ATP 250 (Córdoba, Buenos Aires y Santiago).
No bajar jamás de los cuartos de final y sumar dos estrellas más a su currículum le permitió a Báez no sólo enhebrar una racha de nueve victorias consecutivas para lograr su sexto título en Santiago, al superar por 3-6, 6-0 y 6-4 al chileno Alejandro Tabilo, sino convertirse por primera vez en top 20 y ser parte de una elite exclusiva.
Báez trabajó duro para llegar donde llegó. Desde chico supo que debería convivir con las limitaciones de un físico que está lejos del de los grandes jugadores del circuito. Como Schwartzman, Báez mide 1,70 metro y eso equivale a tener la obligación de encontrar sus virtudes, mientras que la mayoría las encuentra en otros aspectos del juego, como por ejemplo el saque o la potencia de sus golpes.