Novak Djokovic se queda con todo: campeón del ATP Finals, récord de títulos y No.1 de Mundo por octavo año consecutivo

Turín, Italia.- El N° 1 del mundo también es un maestro. Novak Djokovic se queda con todos los honores en el cierre de la temporada. No deja dudas sobre su dominio y control del circuito. A los 36 años, la veteranía lo encuentra en un momento deslumbrante de su rica carrera. El ATP World Tour Finals, que en Turín reunió a los ocho mejores raquetas de la temporada, fue para el serbio tras vencer al italiano Jannik Sinner por 6-3 y 6-3. Obtuvo el certamen por séptima vez y se quedó con el récord que compartía con Roger Federer.

Como en la semifinal contra Carlos Alcaraz, Djokovic resolvió la final con autoridad. Golpes y temple volvió a ser la fórmula para derrotar al italiano que lo había vencido en tres sets en la etapa de grupos y contó con el aliento del público en el estadio Pala Alpitour.

 

Fue el título 98 de su carrera -siete en ocho definiciones este año- en 138 finales disputadas en el profeisonalismo. En 2023 ganó tres Grand Slam (Australia, Roland Garros y el US Open -solo cayó en la final de Wimbledon ante Alcaraz-). Una vez hizo valer su aplomo y personalidad ante un rival que empezó atado, algo nervioso, un déficit que también lo traicionó cuando en el segundo set planteó una lucha más equilibrada.

El primer capítulo fue llevado con mano firme por el serbio, que mantuvo su saque sin dejar resquicio y quebró el rival ante el menor titubeo. Más parejo fue el segundo parcial. Sinner, que no paraba de darse ánimo y nutrirse del aliento que bajaba de las gradas, tuvo dos break-points para igualar 3-3. Pero Djokovic salió del aprieto con dos primeros saques que el italiano devolvió afuera. En el resumen, el balcánico fue inabordable con su saque: sumó 13 aces en el partido.

Cuando Nole sobrevive a la adversidad, el siguiente paso es rumbo a la victoria. No deja pasar la oportunidad. Levantó los brazos sin excesiva euforia y se fue a la tribuna a abrazar a sus dos hijos, que llegaron hace un par de días a Turín y los señaló como el combustible necesario para encarar la semifinal y final.

“Fue una de las mejores temporadas de mi carrera. Estoy muy orgulloso de mi nivel en los últimos dos partidos, ante Alcaraz y Sinner, quienes venían jugando muy bien. Tuve que salir a buscar los partidos y encontré mi mejor tenis. Coronarme contra el héroe local, Jannik, que jugó un tenis increíble esta semana, es fenomenal”, expresó minutos después de ser una vez más El Maestro.

El paso de Djokovic en el su grupo tuvo sus sobresaltos, lejos de la holgura que mostró en la etapa decisiva. Había perdido con Sinner y ganado los otros dos cotejos (Hubert Hurkacz y Holger Rune) en tres sets. Desfiló por la cornisa porque si Sinner, que ya estaba clasificado, perdía con Rune, habría quedado al margen por diferencia de sets. Pero Nole es un escapista, hasta cuando las circunstancias no dependen de él. Le dieron una oportunidad y la atrapó con su voracidad habitual.

Tras la derrota del de Belgrado en la inolvidable final de Wimbledon, parecía que Alcaraz tomaba impulso para marcar diferencias en el segundo semestre. Pero Nole resurgió, una vez más sacó de adentro su formidable espíritu competitivo. En el arranque de la temporada de cemento se llevó el Masters 1000 de Cincinnati y el US Open. Cuando llegaron los torneos bajo techo, se coronó en el Masters 1000 de París y en el reciente ATP World Finals. De esta manera, finalizó 2023 como el tenista más ganador, con siete títulos, uno más que Alcaraz, dos que Daniil Medvedev y tres que Sinner. Disputó un total de 61 partidos, con 55 triunfos.

Sinner, de 22 años, completó su mejor año: finalizó en el 4° lugar del ranking, obtuvo un Masters 1000 (Toronto), dos ATP 500 (Pekín y Viena) y uno 250 (Montpellier).

Mañana, Djokovic se despertará en la semana 400 -alternadas- como número 1 del mundo. Federer está retirado, Rafael Nadal es una incógnita en qué nivel regresará en 2024, Medvedev tiene sus días y la nueva generación (Alcaraz, Sinner, Rune) muestras las garras, pero todavía no domestica al viejo lobo Djokovic.