NUEVA YORK. Después del extraño inició que tuvo el pasado martes contra el joven danés Rune, Novak Djokovic se centró y con una versión de sí mismo más intensa y concentrada, “no como hace dos noches” como él mismo reconoció, pasó por encima del neerlandés de 25 años y 121º del mundo Tallon Griekspoor: 6-2, 6-3 y 6-2 en 99 minutos. El serbio, que sólo ha perdido un partido de los 54 que ha jugado contra rivales de fuera del top-100 en Grand Slams (Istomin en la segunda ronda del Open de Australia 2017) hizo uno de esos partidos suyos tan aseados como rotundos y se las verá el sábado con el primer oponente realmente serio que tenía en su ruta, Kei Nishikori. El japonés, que lucha por volver por sus fueros, se dejó la piel para derribar al estadounidense Mackenzie McDonald (7-6 (3), 6-3, 6-7 (5), 2-6 y 6-3 en 3:57).
Djokovic, que no ha caído hasta ahora antes de la tercera ronda del torneo, estuvo magnífico con su servicio (13 aces, un 80% de puntos con primeros y un 54% con segundos), cometió 20 errores no forzados y así manejó el partido a su antojo ante un Griekspoor temeroso, que jugó casi siempre por detrás de la línea de fondo y sólo se atrevió a rebasarla en contadas ocasiones durante sus turno de saque. Todo fue muy fácil para el de Belgrado, que no se despistó apenas, sólo para quejarse de que algún espectador hablaba en mitad de los puntos, justo antes de sus golpeos.
No siempre está cómodo en Nueva York, donde el ruido en las pistas es constante, el número uno del mundo, que confesó que no se aloja en Manhattan. “A ver si puedo poner las manos en el trofeo, cada día intento ser mejor. Creo que conseguir aquí el récord de títulos de Grand Slam es algo más mental que físico, porque en ese aspecto estoy muy bien”. En el próximo partido, contra un Nishikori luchador pero que llegará algo cansado, tendrá la oportunidad de demostrarlo.