Cuando Marc Márquez amarró el título de 2019, en Tailandia, ya advirtió que 2020 empezaba en Motegi, que buscaría preparar del mejor modo posible si siguiente asalto al título. Lo peor para el resto es que ellos ya llevaban meses con la cabeza en el curso venidero, dada la abultada ventaja en la general del catalán.Y el de Cervera está realizando esta fase de ensayos de forma demoledora para sus teóricos adversarios. A Fabio Quartararo, el señalado por muchos como su enemigo más enconado para los próximos años, ya le dejó llorando y con un cabrero monumental en Buriram después de batirlo en la última vuelta cuando el francés había estado tirando toda la carrera. Para más inri, eso se sumaba al mano a mano en el que también le superó en Misano.
En Phillip Island le tocó el turno a Maverick Viñales. Es la pista favorita del gerundense, donde venció su única cita en 2018, donde acabó con la peor racha sin triunfos de Yamaha -490 días, desde Assen 2017- y también ha sido donde el de Roses más fuerte se ha sentido y mostrado todo el fin de semana. El ahora dorsal número 12 -se lo cambió sustituyendo al 25 porque con el 12 ganaba a Marc de niños- fue velocísimo en seco, en agua, con la pista mixta, a un giro -no en vano hizo la pole con cuatro décimas de ventaja- y evidenciando un ritmo demoledor.
Maverick ganó en Holanda, pero en Australia rindió mejor, mostró el potencial que debe tener un campeón del mundo. Y pese a todo, esto no le dio para dejar en la estacada a un Márquez en permanente estado de gracia, que le aguantó, rebasó con su mejor arma -la potencia en recta- y al que un único error hasta le costó no poder ni pelear la victoria hasta la meta. Se cayó en la curva 10, donde ya había pasado al ilerdense dos veces.”Para mí, frustrante, cero. Frustrante hubiera sido que no lo hubiera probado. Eso sí que me habría parecido frustrante porque con nada a perder y todo a ganar lo tendría que haber intentado. Me voy muy positivo de aquí. Prefería acabar así que acabar segundo. Iba a por la victoria, no me servía un segundo puesto”, decía un Viñales, que siempre ha dicho que la mejor manera de ser fuerte en 2020 es realizando carreras consistentes en lo que queda de 2019. Y lo está haciendo.
Pero el ganador moral y real es el de siempre: Marc, que ya ha dejado atrás hasta los duelos perdidos con Dovizioso y Rins en Austria y Gran Bretaña. “Nunca he dudado de que podía. En toda mi carrera deportiva me he encontrado muy fuerte en las últimas vueltas. Está claro que a veces pierdes; a veces, no… Lo importante es entender por qué, si ellos eran más rápidos, si no, pero nunca he dudado de mi agresividad, de mi capacidad en las últimas vueltas, de improvisar, pero no siempre eres el más rápido. Pero a veces, no siéndolo lo intento igual, como por ejemplo en Australia”, señaló.
A los demás: Dovizioso, Rins o hasta Rossi los ha ‘humillado’ con distancias siderales. Ni en circuitos teóricamente buenos para sus monturas, le vieron de cerca. Márquez, políticamente correcto, expone que lo importante es vencer, no el contrincante. “No hay ningún piloto con al que me especial satisfacción ganar. Da igual el color y da igual el número de la moto. Está claro que cuando está en juego el campeonato, es mayor la sensación; cuando está decidido buscas motivaciones extras. Con la presión del campeonato da más adrenalina, subidón. Pero bueno, con todos es difícil, depende del circuito, depende de las circunstancias, pero es lo que siempre intento”, comentó.Sea como fuere, por aplastamiento o en luchas extremas, a Marc también le gusta jugar con la moral de unos aspirantes que necesitan reforzarse mucho para plantar cara a un ‘caníbal’ con ansia perenne de demostrar que él, y sólo él, es el número uno.