NUEVA YORK. La temporada terminó hace tiempo para Los Angeles Lakers, pero LeBron James sigue copando titulares. Nada más certificarse su eliminación, a manos de los Suns, el jugador franquicia anunciaba su no participación en los Juegos Olímpicos de Tokio. Lo hacía, además, con cierto tono humorístico, señalando que emplearía los meses de verano para jugar junto a su equipo de Space Jam: A New Legacy, la secuela de Space Jam (1996) que se estrenó en julio con James como protagonista en lugar de Michael Jordan. Más recientemente, la razón de su presencia mediática se ha concentrado en un nuevo cambio de dorsal: de nuevo, cambiará el ’23’ por el ‘6’, número que ya vistió en Miami Heat. Ha sido protagonista, incluso, sin abrir la boca. Cuando el resto pronuncia su nombre, éste también se vuelve tendencia. Pat Riley, recordando esa misma época, tendía la mano LeBron para que regresar a Miami. “Solo le deseo lo mejor y si alguna vez quisiera volver, tendría las llaves debajo del tapete”, declaraba. Pocas horas después, era multado por la NBA con 25.000 dólares por tampering.
Pocas cosas quedan impunes en la órbita de El Rey, ya sean propias o ajenas. Un estudio del medio estadounidense Sports Insider lo ha vuelto a demostrar. Según el portal, LeBron es el jugador más odiado de la NBA. Detrás de su afirmación, un estudio propio basado en los flujos de datos generados por Twitter: sus etiquetas y su geolocalización. La investigación, que abarca el último mes de actividad en la red social, contabiliza más de 70.000 tweets y hashtags para, posteriormente, elaborar un mapa con los jugadores menos queridos en cada uno de los Estados (a tener en cuenta, por supuesto, que el universo de Twitter no siempre es fiel a la realidad). En su distribución, el nombre de LeBron aparece en 24 ocasiones. Seguidamente, en cuanto a número de presencias, Kyrie Irving (18), James Harden (3), Kevin Durant (3), Russell Westbrook (1) y Paul George (1).
La opinión pública sobre LeBron James siempre ha sido muy ambivalente, con una paleta de colores que va desde el mayor odio a la mayor admiración. Pocos aficionados optan por los grises. The Decision, su disputa intergeneracional con Michael Jordan, sus fuertes convicciones (y forma de mostrarlas) tanto dentro como fuera de las pistas… Razones que permiten entender los resultados. Esta misma temporada, otro jugador de leyenda como Reggie Miller cargaba contra él por sus declaraciones sobre el play-in. “Se lesionaron él y Anthony Davis y ahora están mirando del 7º al 10º puesto. No quiero escuchar tanto llanto”, aseguraba sin ningún tipo de tapujo. Una constante. Todo lo que diga LeBron, como todo lo que diga cualquier otra superestrella de la competición, cobra dimensiones estratosféricas. Y, de igual forma que supone las críticas más feroces, también las defensas o los halagos más sinceros. Anthony Edwards, jugador de Minnesota Timberwolves, se ha querido sumar a este segundo grupo: “Nunca vi a tanta gente feliz tras la caída de un atleta. Lebron fue y es demasiado odiado, al punto de que cuando se retire, no podrán apreciar su grandeza. Estoy orgulloso de decir que yo sí lo hice”, manifestaba tras la victoria de Phoenix Suns en la serie frente a los angelinos.
Edwards, como tantas y tantas estrellas, seguramente, también deberá hacer frente al inmisericorde juez de la opinión pública. Aún no le ha castigado, pero nadie está a salvo. Una mala decisión en la trayectoria, unas declaraciones desafortunadas… Un poco de todo ello hay, por ejemplo, en los otros jugadores que aparecen mencionados en el estudio. James Harden, por ejemplo, es el señalado en Texas. Justamente, tras una temporada marcada por su salida de Houston, donde escribió un guion de leyenda (aunque sin gloria) y dejó una salida repleta de controversias. Kyrie Irving, entre otros, aparece en Boston. Historia conocida y que, en estos playoffs, se ha hecho más patente que nunca, con declaraciones cruzadas y un botellazo como muestra de una tensión extrema entre jugador y aficionados. En esta misma línea, también se encuentra el palomitazo a Russell Westbrook en Filadelfia, donde, en 2016, ya quedó patente la difícil relación entre el público de los Sixers y el explosivo base. Amor y odio, también en el baloncesto.