Los Angeles (USA)- Russell Westbrook ha hablado, por primera vez, como jugador de Los Angeles Lakers. Una frase que habría parecido ciencia-ficción hace no tanto, pero ya una realidad. El base llega a los 32 años, y después de trece en la NBA, a su ciudad. Nació en Long Beach y jugó en UCLA antes de ser drafteado en 2008 (número 4) por Seattle Supersonics, el equipo que se convertiría semanas después en Oklahoma City Thunder.
MVP en 2017 y nueve veces all star, y campeón olímpico en Londres 2012, Westbrook aterriza en L.A. después de un tramo complicado en el que ha pasado por tres equipos en tres años: Thunder, donde cerró una etapa grandiosa, Rockets, donde no funcionó su unión con James Harden, y Wizards, donde jugó a muy buen nivel pero salió de forma abrupta cuando se dio la posibilidad de recalar en los Lakers. Jugará en casa, jugará con LeBron James y Anthony Davis… y jugará por el anillo de campeón que todavía no ha ganado. De hecho solo ha disputado una Final, y ya ha llovido: en 2012, con los Thunder.
En la presentación de Westbrook, Rob Pelinka (mandamás de los Lakers en los despachos), afirmó que el equipo angelino se frotaba las manos: “Es un líder increíble. Hay pocos jugadores tan queridos y respetados por aquellos que han jugado con él. Su llegada fue una oportunidad de hacer un movimiento agresivo para posicionarnos de cara a pelear por ganar el título 18 de la franquicia. En términos de competitividad, es elite. Cuando promedió un triple-doble… en la NBA no había muchos jugadores que Kobe Bryant sintiera que representaban de verdad su Mamba Mentality. Pero ese año recuerdo que alababa mucho eso en Westbrook, su forma de jugar”.
Frank Vogel es el entrenador encargado de hacer que funcione el nuevo big three de los angelinos: “Creo que tenemos una posibilidad real de hacer algo muy especial. Tenemos tres jugadores que son capaces de hacerlo todo… que hacen siempre la jugada correcta. Creo que vamos a ser un equipo muy dinámico en transición, que podemos hacer algo especial… pero ahora nos toca ponernos a trabajar”.
Westbrook, por su parte, abrazó su conexión con su nuevo equipo. Por su amistad con Kobe: “Es increíble si te paras a pensarlo. Cada vez que me ponga esta camiseta, es algo que llevaré conmigo, que estará presente”. Y porque los Lakers son el equipo al que veía celebrar títulos en su infancia: “Estoy realmente feliz y agradecido. No veo el momento de que nos pongamos en marcha. Parece irreal estar aquí, es como si todavía no me diera cuenta. Hace tres o cuatro años ni me habría imaginado algo así, es imposible de asimilar. Voy a darlo todo mientras esté en esta franquicia. Para alguien de Los Ángeles… siempre deseas jugar en tu casa. Siempre es algo que tienes en mente. Ahora estoy aquí y voy a sacar el máximo de ello. Es el equipo que hacía que intentara faltar a clase para ir a celebrar sus títulos. Vuelvo a casa, quiero inspirar y ayudar a la gente, especialmente a los jóvenes”.
En cuanto a lo puramente deportivo, Westbrook dejó clara su mentalidad competitiva: “No me preocupa ningún otro equipo”. Y habló de su encaje con LeBron y Davis: “Davis y LeBron, para empezar, son mis amigos. Ahora mi trabajo como compañero de equipo es llegar y elevar el juego de ellos, igual que querrán hacer ellos conmigo. Y a medida que vaya avanzando la temporada, daremos con la tecla. Habrá momentos mejores y peores, pero es lo normal. Encontraremos la forma de jugar para pelear por ser campeones. Estoy desenado que nos pongamos a trabajar todos juntos».
Finalmente, el base aseguró que no tiene nada que probar: “No, estoy feliz por todo lo que he logrado hasta ahora. He tenido la suerte de jugar en esta Liga… de hecho en cuanto fui drafteado ya estaba demostrando a mucha gente que se había equivocado conmigo”.