NUEVA YORK- Alex Rodríguez estaba sentado en un mesón de uno de los salones del Yankee Stadium mientras los últimos segundos del 4 de noviembre del 2009 corrían, con un puro prendido en una mano y una botella de champán en la otra. Una gorra puesta al revés le quitaba años de su rostro, que llevaba una sonrisa mientras anunciaba que sin importar lo que ocurriera en el resto de su vida, siempre sería un campeón de Serie Mundial.
Ese título con los Bombarderos fue, sin dudas, el mejor momento de Rodríguez en su carrera, en la que el cañonero pegó 696 jonrones — que lo colocan de cuarto en la lista de todos los tiempos por debajo de Barry Bonds, Henry Aaron y Babe Ruth — y 3,115 imparables. También hubo bastante turbulencia, lo que presenta una gran intriga entre los votantes ahora que Rodríguez debuta en la boleta para el Salón de la Fama.
“No está en mis manos determinar el legado”, dijo Rodríguez en el 2016, casi 20 minutos después de jugar su último partido de Grandes Ligas. “Sé que soy alguien que ama mucho este juego. He cometido tremendos errores y también sé que he trabajado extremadamente fuerte para regresar y hacer las cosas de la manera correcta”.
El uso de sustancias para mejorar el rendimiento, que el mismo Rodríguez reconoció, pone una nube negra sobre su candidatura, pese a estadísticas que harían de su caso casi una decisión automática.
Rodríguez, quien ganó tres premios al Jugador Más Valioso, 10 Bates de Plata y dos Guantes de Oro, es cuarto en la lista de todos los tiempos en remolcadas (2,086), séptimo en total de bases alcanzadas (5,813) y extrabases (1,275), y octavo en anotadas (2,021).
El toletero también reconoció que usó sustancias prohibidas en su tiempo con los Rangers del 2001 al 2003. Luego se perdió toda la campaña del 2014, cumpliendo lo que en ese entonces era la suspensión por dopaje más larga en las Mayores luego de una conflictiva y litigiosa batalla con Major League Baseball y los Yankees a raíz del caso de Biogénesis.
“Siempre ha dicho que ha sido alguien que ha tenido sus altibajos”, declaró el gerente general del club del Bronx, Brian Cashman. “Pero siempre se levantó y creo que eso es un testamento de lo que ha logrado”.
Los Marineros eligieron a Rodríguez de primero en general en el Draft de 1993, adquiriendo un gran torpedero de la preparatoria Westminster Christian School en Miami. Roger Jongewaard, el director de escuchas de Seattle, llenó un efusivo informe que describió a Rodríguez como alguien “similar a Derek Jeter, pero más corpulento y mejor”.
Las comparaciones entre Rodríguez y Jeter serían más comunes durante las siguientes décadas, en las que los destacados torpederos marchaban por caminos paralelos hacia el estrellato.
Rodríguez subió a las Grandes Ligas primero, debutando con los Marineros a los 18 años; con frecuencia bromeaba que había ido directo de un baile de escuela secundaria al Fenway Park para enfrentarse a Roger Clemens.
El infielder jugó sus primeras siete campañas con Seattle, ameritándose cuatro convocatorias al Juego de Estrellas (1996-98, 2000) y cuatro Bates de Plata. En 790 partidos, Rodríguez tuvo una línea ofensiva de .309/.374/.561 y OPS+ de 138, 189 jonrones y 595 impulsadas.
Encabezó la Liga Americana con promedio de .358 en 1996, se convirtió en el tercer miembro del club 40-40 en 1998 y ayudó a los Marineros a lograr una transición exitosa del Kingdome a la inauguración del Safeco Field.
“Siempre he dicho que deseo haber tenido otros cinco años con [el dirigente] Lou Piniella, porque pienso que me hubiera favorecido estar bajo su orientación”, señaló Rodríguez.
En diciembre del 2000, Rodríguez firmó un contrato de 10 años y US$252 millones con los Rangers, que era en ese momento el pacto más lucrativo en el deporte profesional de Norteamérica. Rodríguez tuvo excelentes números con Texas, ganando tres Bates de Plata y siendo el JMV del Joven Circuito en el 2003, pero los Rangers terminaron de últimos en el Oeste de la Americana en cada campaña.