“Ver el estado del mundo, cómo está todo en Haití o en Afganistán en este momento, es definitivamente una locura”, aseguró Naomi Osaka en Cincinnati, donde debutó con victoria ante la estadounidense Coco Gauff, 4-6, 6-3, 6-4.
Un terremoto de magnitud 7,2 en la escala de Richter ha provocado la muerte de más de 2.000 personas en Haití y el mundo observa con miedo la revuelta en Afganistán que ha desembocado en el poder de los talibanes.
“Y, para mí, simplemente estar golpeando un bola de tenis en Estados Unidos en este momento y que la gente venga a verme jugar… Me gustaría ser yo mismo en esta situación en lugar de cualquier otra persona en el mundo”, añadió la japonesa.
Osaka reconoció haber sentido a veces “ingratitud” hacia ella desde que decidió retirarse de Roland Garros al negarse a comparecer en rueda de prensa. La nipona puso sobre la mesa el tema de la “salud mental” y la gestión de la presión por parte de los deportistas, un tema que adquirió aún más relevancia mundial con el abandono de la gimnasta Simone Biles, por el mismo motivo, en cinco de sus seis finales olímpicas.