Si Eliud Kipchoge tiene confianza en la mirada, sobran las palabras. Algo grande viene. Y así fue en Sapporo. A sus 36 años, el keniano se elevó a categoría de mito. Segundo oro olímpico seguido en maratón. Lo hizo en una carrera clásica de campeonato, sin registros revolucionarios. Para eso ya están los retos que le han convertido en pionero. Aquí el Filósofo de Kaptagat sólo debía ganar, demostrar su superioridad. Y lo hizo, de manera aplastante (2h08:38). Con 1:20 de ventaja sobre la plata, el neerlandés Nageeye y 1:22 sacó al bronce, el belga Abdi. Ayad Lamdassem fue quinto (2h10:16).
En el kilómetro 25, el relato cambió. Los kenianos se alineaban en flecha con Kipchoge en punta de lanza, como en el reto en el que bajó de dos horas en Viena, sólo que esta vez Eliud era la liebre. Una liebre con un toque destructor, porque en cuanto aceleró, el grupo saltó por los aires. Caían ilustres como Desisa, Rupp, Kipruto… y aguantaba Lamdassem, con el neerlandés Nageeye, el belga Abdi y el keniano Lawrence Cherono. Kipchoge, en el 30, ponía una marcha más, dejó a todos. Ahí es cuando la mirada se le vuelve de confianza, casi con un toque perverso… “La sonrisa que tengo cuando corro es la felicidad”, dice. Directo a la leyenda tras su oro de Río 2016, sin complicaciones.
Y ya fue un monólogo de Eliud, que incrementaba el ritmo sólo por gustarse, por demostrar que es un atleta transformador, importante por su rendimiento deportivo y también por su mensaje. Kipchoge ama correr, lleva una vida monacal para ello en el campamento de Kaptagat donde a 2.300 metros de altitud hace interminables sesiones y en los interludios hay una vida austera, de siestas, libros y comida sencilla. Por eso, luego es capaz de dar exhibiciones como la que hizo en la capital de Hokkaido, ante los templos más conocidos de la ciudad, Kipchoge cabalgaba por encima de los 20 kilómetros por hora. Sólo, hasta la meta. Sin la gloria de llegar a un estadio olímpico, pero con una historia de héroe glorioso…
Un atleta transformador
Kipchoge, que comenzó en los 5.000 en la pista (fue campeón mundial en 2003) se convierte en el tercer atleta de la historia que gana dos veces seguidas la maratón olímpica (Río 2016 y Tokio 2020), algo que solo habían hecho el alemán Cierpinski (Montreal 1976 y Moscú 1980) y el etíope Abebe Bikila, en Roma 1960 y en Tokio 1964. Historias de maratón y leyendas, como Spyridon Louis, el griego que ganó la primera maratón olímpica en Atenas en 1896. Kipchoge ha ganado la última… en Sapporo. “Creo que con esta victoria dejo un legado, quiero que sea una representación de la transición a la vida normal, algo que refleje que vamos en la dirección correcta”, decía Kipchoge.