El US Open, pese a las presiones de un buen número de tenistas, mantiene sus planes y, salvo contratiempo, se celebrará del 31 de agosto al 13 de septiembre. Falta que entre el miércoles y el jueves, una vez se tenga el permiso de las autoridades pertinentes, se confirme la noticia, pero habrá tenis en Nueva York siempre y cuando no haya algún cambio en la pandemia del coronavirus. Se aplicarán, como es lógico, una batería de medidas muy estrictas y falta por ver si esos jugadores, los mismos que expresaron sus reticencias el pasado miércoles, aceptan las condiciones y juegan finalmente en el Grand Slam norteamericano.
La USTA no cede ante la presión y, después de recibir la aprobación tanto de la ATP como de la WTA, planifica ya un verano especial. Antes del US Open, está previsto que se juegue el torneo de Washington (mixto, del 10 al 16 de agosto) y también el de Cincinnati (hasta el 23), aunque en este caso se moverá a la Gran Manzana para facilitar los traslados y la adaptación al recinto. Se caería del calendario Winston-Salem, pero lo principal es garantizar la celebración del major neoyorquino. Eso sí, todo con las gradas del Billie Jean King Center vacías.
Para llevar a cabo el evento, la organización ya ha dado pistas de lo que pretende realizar. Los jugadores quedarían concentrados en el hotel TWA del aeropuerto JFK y tendrían prohibida la entrada a Manhattan. Sería una especie de burbuja para aislar a todo el circuito, aunque se estudia flexibilizar un poco esa medida y permitir la presencia de los familiares. Un aspecto a tener muy en cuenta y que ha disgustado a la mayoría de la caseta es que al recinto solo podría entrar un acompañante por tenista. Es decir, Rafael Nadal podría desplazarse a Nueva York (en vuelo charter) con todo su equipo, pero tendría que escoger con quién entra a las pistas. «Son medidas extremas», denunció Novak Djokovic, voz a tener muy en cuenta en todo este embrollo porque es el presidente del Consejo de Jugadores. «Solo tendríamos el derecho a estar acompañados por una persona. Es simplemente imposible pues hay que tener en cuenta a entrenadores, preparadores físicos y fisioterapeutas. Todo me parece muy complicado. Entiendo estas medidas, sí, porque existen grandes asuntos económicos en torno a la organización del US Open, pero ya veremos qué pasa», advirtió. Entre otras muchas obligaciones, los tenistas serían sometidos a test cada dos o tres días, se suprimiría la fase previa y el cuadro de dobles quedaría reducido.
Final de temporada
En cualquier caso, son opiniones de gente importante en el mundo del tenis, como también se ha expresado en la misma línea Serena Williams, pero nadie ha dicho a estas alturas que no vaya a jugar. Es más, hay otros jugadores que ya han dicho que estarán en Nueva York si finalmente hay competición. «Hay muchas cosas que harán que el US Open se juegue. Ya saben que hay muchos jugadores que no quieren ir, pero no dependen sólo de los grandes jugadores», recuerda Feliciano López, quien también piensa como director del Mutua Madrid Open. «Necesitamos comenzar a rodar, creo que para el beneficio de casi todos».
Efectivamente, el torneo español iría justo después en el calendario y serviría como punto de partida de la gira europea por la tierra. Se jugaría Roma y el colofón sería Roland Garros, del 27 de septiembre al 11 de octubre. Asia está en el aire y la temporada masculina acabaría con los torneos bajo techo por Europa y la Copa de Maestros. En el caso del circuito femenino, tienen todo listo para jugar en territorio asiático.