El Balón de Oro rompió ayer el empate que mantenían Leo Messi y Cristiano Ronaldo en su cima y dio al argentino del Barcelona un histórico sexto galardón, que consigue pese a que 2019 no ha sido su año más lustroso a nivel colectivo.
No había apenas dudas en el parisino teatro de Chatelet de que “La Pulga” recibiría la distinción como mejor jugador del año, y la realidad no se salió un ápice del guión previsto.
Rodeado de su familia y de la plana mayor del Barcelona, y en ausencia además de su archirrival Ronaldo, la ceremonia de entrega de los premios a los mejores del año para la revista “France Football” -que se entrega desde 1956- discurrió a mayor gloria del argentino. Un Messi, como él mismo dijo, muy diferente al que se hizo por primera vez con el premio hace diez años recogió el Balón de Oro de manos del madridista Luka Modric, último galardonado y que esta vez ni siquiera estaba entre los 30 nominados.
Su discurso de agradecimiento tuvo notas melancólicas, evocando la proximidad del fin de su carrera como futbolista. “Soy consciente de la edad que tengo y estos momentos se disfrutan muchísimo más porque se va acercando el momento de la retirada y es difícil. En estos momentos parece que el tiempo vuela y que pasa todo muy rápido”, dijo.
Messi confirmó su dominio en el año 2019 después de hacerse también con el “The Best” de la FIFA. El desastre del Barcelona ante el Liverpool en las semifinales de la Liga de Campeones no impidió un nuevo Balón de Oro para “La Pulga”, seguido en la clasificación por el central holandés del Liverpool Virgil Van Dijk.
Tampoco hubo mucho misterio en el Balón de Oro femenino, un premio que estaba cantado para la estadounidense Megan Rapinoe desde su imperial participación en el Mundial de Francia que ganó su país, en el que fue coronada como mejor jugadora y máxima goleadora.